Una afirmación muy frecuente de todas las personas que se inician en el running es que se quedan sin aire porque no saben respirar.
Pues bien, esta creencia no es en absoluto correcta. Ten en cuenta que todas las personas saben respirar y en el 99 % de los casos el problema no es respirar inadecuadamente.
Existen muchas teorías acerca de la respiración en el running. Técnicas para respirar, nariz o boca, ritmos…Muchos aspectos que convierten esta disciplina en algo demasiado «artificial» o «antinatural».
Desmontando mitos
Al correr, como al hacer cualquier esfuerzo, la musculatura aumenta sus demandas de oxígeno, y en estas primeras etapas los sistemas respiratorio y circulatorio aún no están entrenados para llevar el oxígeno de forma tan rápida, lo cual lleva a un aumento del ritmo en la respiración y posteriormente al agotamiento. Es decir, que el problema no es de la respiración, sino del transporte del oxígeno hasta el músculo.
Por tanto, cuando salgas a correr, respira de manera natural olvidándote de estereotipos como inspirar siempre por la nariz y expirar por la boca, inspirar cada tres pasos, o inspirar en dos zancadas y espirar en otras dos, etc.
A intensidades bajas inspirar por la nariz y espirar por la boca puede ser eficaz, pero a medida que la intensidad va a aumentando y llega el agotamiento se hace necesario inspirar por la boca para poder obtener mayor cantidad de aire en cada inspiración, y por lo tanto, obtener el oxígeno de manera más eficiente.
Desmontando mitos
El tan conocido y temido flato (ese dolor punzante que aparece a un lado de la barriga mientras corremos) tampoco es derivado de no saber respirar como mucha gente piensa. Especialmente en los inicios, el flato suele ser un compañero de viaje bastante común.
Aunque no está 100 % demostrado, parece ser que el flato es un dolor que se produce en nuestro diafragma, que es un músculo respiratorio colocado debajo de los pulmones. Cuando comenzamos a correr, nuestro diafragma no está «entrenado» para tener que contraerse tantas veces durante tanto tiempo, y al fatigarse empieza a molestar has ta el punto de que en muchas ocasiones hace imposible continuar corriendo. Si además llevamos el estómago lleno de agua o de comida, el mayor peso en el estómago hará que rebote más fuerte contra el diafragma y haya una mayor molestia. Tratar de respirar de forma profunda y apretarse en la zona de la molestia suele aliviar relativamente el dolor.
A medida que vamos teniendo más bagaje de entrenamiento, el diafragma también estará más acostumbrado y el flato irá siendo cada vez menor y aparecerá de forma más esporádica. Incluso en corredores experimentados hay veces que aparece de forma puntual, aunque estén muy entrenados. Por eso es algo que tenemos que tener presente que nos puede ocurrir en cualquier momento.
Lo que si es importante tanto en el caso del entrenamiento a ritmo como en el de series o sprints, es mantener una buena postura que permita la entrada de oxígeno óptima en el cuerpo. Es decir, llevar la espalda bien erguida, pecho abierto y hombros un poquito hacia atrás. Si nos echamos hacia adelante, en algún momento de cansancio, entorpeceremos la entrada de oxígeno en nuestro organismo, teniendo así el efecto contrario al deseado.
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