Siguiendo la línea del artículo publicado la semana pasada, en el que hablábamos de la importancia que tiene el dejar un hueco en nuestra planificación para realizar esos ejercicios de técnica que nos permitirán ser más económicos y efectivos en nuestra carrera, más que importantes en estas primeras semanas de entrenamiento pero que no debemos descuidar en las etapas siguientes, esta semana dedicaremos este post a hablaros de la importancia que tiene el realizar este tipo de trabajo en el agua.
Para empezar, partamos de la base y de la idea principal de que si la eficiencia sobre suelo firme depende en gran medida del dominio de ejercicios de técnica, coordinación y gesto de carrera, en el agua debemos de multiplicarlo por 100. El medio acuático no es nuestro medio habitual y por consiguiente, la concienciación y manejo de sensaciones distan mucho cuando hablamos de una cosa u otra. En gran medida, muchas de las acciones que percibimos como tal en el agua quedan muy lejos de las que hacemos realmente. En la realización de ejercicios específicos de técnica de carrera no se requiere una predisposición al 100% por parte de nuestro sistema nervioso central a la hora de coordinar y sentir los gestos de impulso o apoyo ya que es el medio en el que pasamos la mayor parte de nuestra vida y por tanto a priori posee un factor de asimilación más alcanzable, sin embargo, cuando hablamos de trabajo de técnica en natación no sólo hablaríamos de un requerimiento de concentración en la tarea de un 100% sino más bien de un 110%. La gran diferencia reside en la comprensión, en la interiorización de sensaciones, en la sensibilización, en definitiva, en la mimetización con el medio acuático. Para poder sacar partido y realmente optimizar nuestras horas de trabajo técnico en el agua, hemos de estar concentrados al máximo en comprender el porqué de cada ejercicio. En la técnica de carrera es más fácil conseguir dominar un gesto técnico simplemente por repetición, en el agua no vale de nada repetir el gesto que me dice mi entrenador de forma sistemática un millón de veces, si no soy capaz de entender el porqué. Cada centímetro de mi cuerpo cuerpo debe ser el canal de comunicación entre el medio acuático y mi cerebro, y debo ser capaz de saber interpretar los mensajes que éste le manda, mensajes en los cuáles trata de decirnos dónde debo apoyarme, en qué punto debo rotar sobre mi eje, cuál es el momento de sacar el brazo, cuál es el grado de inclinación de la entrada de la mano, cuáles son las zonas donde yo siento verdaderos puntos de presión y sobre las cuales debo apoyarme para avanzar hacia delante, consumir la menor energía posible generando la menor tensión, en definitiva, siendo lo más eficiente posible.
Esas frases tan populares como «yo con este ejercicio no avanzo, con este brazo voy más despacio» cuando a priori visualmente el gesto técnico se está haciendo correctamente, quiere decir que en algún momento de la trayectoria de la mano hemos dejado de coger ese agua «muerta» en al cual nos agarramos para desplazarnos hacia delante debido a que no hemos sabido interpretar el mensaje que nos lanza la palma de la mano, la cuál nos dice que no está sintiendo nada, que no nota presión de ningún tipo, que se desplaza hacia atrás sin pena ni gloria. A esto nos referimos. Hemos de ser capaces de buscar y encontrar esos puntos de apoyo, aunque ello requiera de 1h para hacerse 600m o tengamos que parar en el bordillo en cada largo durante 5′ para poder concentrarnos y comprenderlo.
Por todo ello, desde Personal Running siempre aconsejamos que estas sesiones de técnica que aunque deban realizarse sobre todo en pretemporada no deben descuidarse en ningún momento del año puesto que las sensaciones consolidadas en el agua son fugaces y sensibles de perderse con la presencia de otros estímulos del entrenamiento. Lo ideal es siempre en semanas o días de poca carga y a poder ser por la mañana que es cuando estamos más frescos, ya que la fatiga general producida por el entrenamiento o el estrés de la vida diaria también afecta al sistema nervioso central. Si no somos capaces de mantener la concentración en la tarea y sentir el agua, todos los metros que hagamos de técnica «por hacer» caerán en saco roto. Del mismo modo, la ejecución velocidad y técnica (salvo en sesiones específicas de transferencia o técnica en velocidad para nadadores o triatletas más avanzados) son términos directamente opuestos. Los ejercicios de técnica deben realizarse de modo pausado, lentamente, sin generar el más mínimo ápice de tensión, de un modo fluído y plástico y siempre combinados con nado real en ritmos ligeros para poder transferir las sensaciones al nado real y a poder ser respirando cada tres brazadas para trabajar al mismo tiempo sobre la simetría en el nado.
Dicho ésto, os invitamos a echar un vistazo en nuestro apartado de «Videos de Técnica de Natación» en nuestro blog para que empecéis a poner en práctica nuestros consejos.
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un fuerte abrazo y felices kms.