¿Sabías que hacer ejercicio es una obligación fisiológica de nuestro organismo impuesta por los genes? Pues es así…Los animales y los humanos necesitamos estar en movimiento hasta el punto de que el ejercicio constituye un aspecto primordial en nuestras vidas y sin él sería casi imposible la supervivencia.
Y es que no hay más que remontarse a hace 10.000 cuando años los humanos que habitaban nuestro mundo necesitaban realizar gran cantidad de ejercicio. ¡No había otra! Se tenía que comer y por lo tanto había que moverse para echarse algo a la boca. De esta manera, nuestros antepasados contaban con dos tipos de genes: los gastadores (para tareas de recolección y caza) y los ahorradores (para almacenar energía cuando los alimentos escaseaban). Y, como la naturaleza es sabia, transformaban la energía sobrante en grasa y la almacenaban en el tejido adiposo para poder sobrevivir.
Hoy, a pesar de tener los mismos genes que nuestros predecesores, realizamos mucho menos ejercicio y nos alimentamos también mucho más. ¿Consecuencias? Está claro y lo estamos viendo de cerca: el sedentarismo y la obesidad se disparan.
Ejercicio… si o sí
Por lo tanto, nuestras células humanas no se llevan nada bien con lo estático así que… o movemos el esqueleto o podemos llegar a tener muchos problemas a la hora de disfrutar de una vida saludable.
Y es un hecho que las personas que tienen un trabajo sedentario y los más mayores que no son muy activos, pueden llegar a perder el tono muscular y a desarrollar una atrofia significativa.
La inactividad nos atrofia. No hay más. Si por cualquier circunstancia (viajes, enfermedad, lesiones, etc.) un día dejas de hacer ejercicio, el cuerpo empezará a protestar y pasará factura a nuestra salud: pérdida de masa muscular, pérdida de fuerza, rigidez la capacidad para almacenar grasa aumenta. Y todo esto sin tener en cuenta distinciones por edad ni género.
“A partir de la octava semana de abandono del entrenamiento, la pérdida de la fuerza muscular se sitúa entre el 7-12%”, advierte el doctor Mario Lloret, especialista en Medicina del deporte y catedrático de Anatomía aplicada a la actividad física de INFEC.
La flexibilidad también
La flexibilidad es una cualidad, sin cuya colaboración sería imposible el movimiento y en consecuencia la vida. La flexibilidad es específica para cada articulación y varía considerablemente con la edad, con el sexo y con el grado de entrenamiento. En las mujeres y en las personas mejor entrenadas es mayor durante las primeras etapas de la vida, y también en la edad avanzada.
Por supuesto no siempre es así ya que a medida que pasan los años se produce una disminución progresiva de la flexibilidad. Y parece que este cambio tiene mucho que ver con algunas modificaciones que acaecen en el tejido conectivo y con la sustitución de las fibras musculares por grasa y por fibras de colágeno.
Con la edad, las alteraciones originadas en el colágeno disminuyen la fuerza tensora y aumentan la rigidez del tendón.
Entonces, el entrenamiento orientado a mejorar la flexibilidad aumenta la amplitud de los movimientos articulares y el rendimiento muscular. Del mismo modo, previene la aparición de las lesiones, disminuye su gravedad y ayuda a su rehabilitación, a la vez que atenúa la intensidad de los síntomas.
Cuanto mayor es la elasticidad de un tejido más elevada es su protección contra el daño originado por las fuerzas tensoras. Y es que los músculos, como todos los tejidos blandos son distensibles y elásticos. Cuando a estos tejidos se les somete a tensiones o torsiones, no se comportan como si fueran totalmente elásticos puesto que no adquieren su longitud original al cesar la causa que las produce; es por lo que los estiramientos sólo se pueden llevar a cabo hasta un punto en el que no causen dolor.
Por lo tanto, la flexibilidad es necesaria para mantener una correcta movilidad de nuestro cuerpo que normalmente se va perdiendo con los años puesto que los tendones y articulaciones se vuelven más rígidas.
Pero que nadie se alarme porque es una cualidad que se puede trabajar para conseguir mantenerla por más tiempo en perfectas condiciones, y debemos hacerlo, pues estar flexibles nos ayudará a conseguir una mayor movilidad y un mejor riego sanguíneo en las diferentes partes de nuestro cuerpo.
La flexibilidad no está reñida con el músculo
Desde siempre hemos asociado musculatura con falta de flexibilidad aunque ambas cualidades no tienen por qué estar reñidas, ya que el crecimiento muscular no es un impedimento para que la movilidad de las articulaciones sea la adecuada. En muchos casos esta afirmación es simplemente un mito que debemos desmentir.
El motivo de asociar falta de flexibilidad con musculatura se debe a que la mayoría de personas que quieren desarrollada su musculatura se centran en entrenar esta cualidad mientras que dejan de lado la flexibilidad corporal. Apenas realizan estiramientos, consiguiendo que los músculos se endurezcan demasiado hasta llegar a la rigidez y limitando mucho los movimientos de las articulaciones. Esta situación puede desembocar en lesiones y desgarros musculares por falta de flexibilidad.
El estiramiento es considerado para muchos como parte de la rutina de calentamiento antes de iniciar el ejercicio.
¿Son siempre recomendables los estiramientos?
Existen diversas teorías acerca de los estiramientos en los entrenamientos. Por un lado, muchos deportistas consideran que los estiramientos previos al ejercicio mejoran el rendimiento y previenen lesiones musculo-esqueléticas. Para otros, y basándose en distintos estudios, el estiramiento estático disminuye el rendimiento de fuerza y la potencia.
Así que si tienes como hábito deportivo el estirar antes de entrenar, existen estudios y teorías que ofrecen evidencias de que debes dejar de hacerlo hoy mismo. En contraposición, los estiramientos dinámicos, más parecidos a lo que conocemos como un calentamiento, nos sirven para aumentar la temperatura del cuerpo y el rango de movimiento, y sí son una forma perfecta de prepararnos para un esfuerzo.
Siempre se ha pensado que estirar antes de entrenar formaba parte del proceso de calentamiento ayudando a preparar los músculos y evitar las lesiones. Sin embargo, estos estudios arrojan que los estiramientos antes del esfuerzo en realidad hacen más débiles tus músculos, e incluso pueden incrementar el riesgo de sufrir lesiones.
Parece entonces y, según estas teorías, que estirar antes de entrenar crea pequeñas lesiones en las fibras musculares y hace que el músculo pierda esa tensión necesaria para realizar una posterior contracción. Al hacer un sprint o levantar un peso, por ejemplo, nuestros músculos no podrán ejercer la misma fuerza que antes y no estarán en óptimas condiciones en cuanto a rendimiento.
A pesar de esos estudios, desde Personal Running, os aconsejamos no descartar la realización de estiramientos, que forman parte básica de un buen programa de entrenamiento. Los estiramientos son recomendables si se llevan a cabo de forma suave y si, después de realizarlos, no vamos a hacer ningún trabajo de fuerza y/o potencia.
Fuentes:
- Experience in Resistance Training Does Not Prevent Reduction in Muscle Strength Evoked by Passive Static Stretching. Journal of Strength & Conditioning Research: August 2013 – Volume 27 – Issue 8 – p 2304–2308.
- ¿Estirar antes del ejercicio? no más de 30s. fisiologiadelejercicio. Recuperado de https://www.fisiologiadelejercicio.com/estirar-antes-del-ejercicio-no-mas-de-30-s/
- Vicente Martínez de Aro. Actividad física, salud y calidad de vida. rtr.rediris. Recuperado de: La flexibilidad está reñida con el músculo. Desmintiendo un mito. Recuperado de: http://rtr.rediris.es/pub/bscw.cgi/d3371375/Libro%20AFSCV%20pdf.pdf
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- Annia Monreal. 26/02/2017. Qué le pasa a tu cuerpo cuando dejas de hacer ejercicio. lavanguardia.com. Recuperado de: http://www.lavanguardia.com/vivo/ejercicio/20170226/414184118528/como-cambia-tu-cuerpo-cuando-dejas-de-hacer-ejercicio.html
- J Strength Cond. A comparison of assisted and unassisted proprioceptive neuromuscular facilitation techniques and static stretching. Recuerado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22395273