Siempre se hace referencia a las enormes dificultades y sacrificios a los que los deportistas de élite se enfrentan para poder alcanzar sus objetivos. Pero, ¿Qué pasa con los deportistas amateur? Todos aquellos que realizáis deporte de manera aficionada, ¿diríais que la práctica deportiva que hacéis es siempre sin presión, fácil y divertida? Aunque la respuesta debería ser sí, todos vuestros entrenadores sabemos que no.
Seguramente aquellas personas que realicen actividad física por el mero hecho de disfrutarla en sí misma, puedan afirmar que todo lo que rodea y les transmite el deporte es positivo, sin embargo ¿por qué para algunos el deporte que comenzamos por diversión a veces nos causa sufrimiento, estrés, agobio y presión? ¿Cómo puede ser que un hobby que comenzamos por salud física y mental pueda llevarnos a la frustración y a la lesión, acercándonos a una situación poco saludable?
Lo que rápido llega, rápido se va
Pues es mucho más fácil de lo que parece. Cuando conocemos algo nuevo que nos motiva e interesa, es imprescindible conocerlo a fondo antes de hacernos fanáticos de ello. Lo que rápido llega, rápido se va. No podemos tener mejor bici que Javier Gómez Noya cuando llevamos haciendo triatlón 5 meses.
Las claves
- Cada cosa tiene su momento y es justamente en este “saber esperar” en donde se encuentra la clave para poder disfrutar al máximo de una actividad.
- La progresión es fundamental, no sólo a nivel físico para evitar lesiones, sino a nivel mental, para saber valorar el recorrido realizado y los objetivos alcanzados. Con esta progresión, no nos referimos únicamente al material, sino al entrenamiento, al descanso, a la nutrición y a todos aquellos parámetros que influyen en el entrenamiento y no pueden cambiarse de forma repentina.
- Es fácil obsesionarse con algo que aporta diversión, compañerismo, superación, sentimientos de competición difíciles de experimentar en otros campos. Es muy fácil meterse de lleno en un mundo donde todos practican el mismo deporte que tú, tienen las misma prioridades que tú, van contigo a las competiciones y le dedican el mismo tiempo a entrenar que tú , en resumen, viven ese deporte como tú y te comprenden.
La suerte de ser amateur
Y en este sentido, está bien recordar cuando les preguntamos a tres queridas atletas profesionales de medio fondo cuál era el mayor sacrificio al que habían tenido que enfrentarse para ser quienes son, contestaron que era el alejarse de los círculos sociales externos al atletismo. Ellas viven del atletismo, pero nosotros, tenemos “la suerte” de no depender del deporte para nuestra supervivencia. Y digo “la suerte” porque gracias a ser amateur podemos disfrutar únicamente de los aspectos positivos del deporte, sin tener que experimentar los negativos.
Muchos deportistas aficionados nos introducimos tan de lleno en el mundo del deporte que, primero, olvidamos que realizamos la actividad para disfrutar, y segundo, nos alejamos de todo aquello ajeno al deporte. Es tan fácil que te “pique el gusanillo” de la competición, de la superación personal y de las marcas, que todos deberíamos poder tener a alguien experimentado a nuestro lado o buscarlo, que nos guiase más que en el entrenamiento, en una visión general del deporte.
No podemos dejar que una afición nos aleje de lo más importante, de nuestra familia, de nuestra pareja, de nuestros hijos, de nuestros amigos, de viajar, de salir a cenar, de salir de fiesta, de trasnochar, de pasar un día entero tumbado en el sofá con tu novia, o jugando con tus hijos, o en la montaña con tus amigos.
Ordenar prioridades
Las personas que nos rodean son lo más preciado que alguien puede tener, todo cobra más sentido y se disfruta el doble si se comparte. Esa persona que está a tu lado siempre, que no falla una, que te apoya incondicionalmente, que es feliz con tu felicidad y que vive tu sueño deportivo contigo muchas veces (siguiéndote a dónde vas para poder pasar más tiempo a tu lado). ESA PERSONA también necesita vivir su propio sueño, que tú le apoyes en sus retos y que te importen, necesita tiempo contigo. Todos deberíamos darle una vuelta, ordenar prioridades y decidir cómo queremos administrar nuestro tiempo para ser felices y hacer felices a las personas que nos rodean.
Hay tiempo para todo, es sólo cuestión de organización y perspectiva. Tomarse el deporte en serio y tener ilusión por una meta está muy bien, siempre y cuando puedas conciliarlo con el resto de aspectos de tu vida que te importan y siempre que siga aportándote salud.
Esto no significa que no debamos ponernos retos, que no tengamos que ilusionarnos con un objetivo o que no lo demos todo en una competición. Cada cosa tiene su momento y todos tenemos derecho a decidir vivir al máximo algo durante una época porque nos apetece, porque nos compensa, porque nos motiva y nos hace felices.
Lo importante es que seamos conscientes del punto en el que estamos, de las consecuencias positivas y negativas que tiene nuestra decisión y estemos de acuerdo en aceptarlas. La comunicación con las personas a las que queremos es fundamental para que nos comprendan, no tengamos miedo en explicarles lo que sentimos, en transmitir lo importante que es para nosotros el deporte y en compartir nuestras metas, en hacerles partícipes. Habla con ellos, que te sientan cerca, que comprendan tu pasión.
La felicidad que os transmite el deporte será máxima cuando se convierta en un estilo de vida, un disfrute en sí mismo, dejando de ser un medio.