Todo empieza en una cena de Mayo donde mi íntimo amigo Nicolás del Prado (un enfermo del deporte) me cuenta que su padre antes de irse le dijo que de las pocas cosas de las que se arrepentía no haber hecho en su vida, era correr la maratón de Nueva York. Él era un hombre de esos que lo había vivido todo y esa frase me hizo empezar a plantearme qué se debía sentir corriendo por Nueva york para que un hombre como aquel hiciera tal afirmación.
Yo solía correr un par de veces a la semana unos 30 minutos y a ritmo suave. Realmente veía imposible que yo acabara una maratón. Nico, tras mucho insistir que él tenía un entrenador (Daniel Rodríguez) que en 4 meses era capaz de prepararme me dio el empujón que necesitaba para lanzarme a la piscina.
Así que a finales de mayo comenzó el entrenamiento con Dani. Al principio eran todo dudas, kilos de más, enloquecía para entender la terminología de los entrenamientos, no beber alcohol en agosto. ..
Tras comprar plantillas, zapatillas nuevas, pulsómetro y una infinita cantidad de ropa de las de verdad para correr, me di cuenta que estábamos a dos meses de la carrera. Y llegó lo que más me temía, una pequeña lesión durante un entrenamiento. 12 días parado y el reloj seguía corriendo en mi contra. Cada vez veía más difícil poder llegar preparado para acabar la carrera el 03 de Noviembre. Ahí fue fundamental el asesoramiento psicológico de Dani porque si no lo habría dejado para otro año.
15 de septiembre: una vez recuperado de la lesión fui poco a poco cogiendo ritmo y ese mes y medio fue la clave del entrenamiento. Las tiradas largas cada vez eran más largas, los días de series por El Retiro cada vez eran más duros, las comidas cada vez más controladas, adiós a esos pitis después de las comidas… Pero a su vez fue cuando empezó de verdad el cambio en la forma física.
Hasta que llegó para mí el día clave: la clase particular de “Técnica de carrera” en la BLUME. Yo siempre pensé que correr sabíamos todos (con más o menos estilo). Pero tras una sesión de técnica, y de verme en video corriendo me di cuenta que efectivamente no sabía correr. Las dos semanas siguientes adaptándome a esa nueva forma de correr fueron extrañas ya que cambiaba por completo mi zancada de los últimos 30 años… Recuerdo salir a correr por La Malagueta en un viaje de trabajo que acabe con unos dolores horribles puesto que estaba entrenando músculos hasta entonces desconocidos para correr.
Las últimas tres semanas para mi fueron las más bonitas, empezar a ver que eres capaz de correr hasta 2 horas seguidas, los ritmos controlados, conocer cuál es tu umbral, perdida acelerada de kilos (yo perdi 8 kgs en dos meses). La última semana proteínas 3 dias y por fin la esperada carga de hidratos!!
Así que 01 de Noviembre de 2013 nos plantamos en NY Nico y yo y nuestras mujeres. El dia antes de la carrera salimos a “soltar piernas” por Central Park. Nunca olvidaré esa carrera por el parque a las 7 de la mañana, con el sol saliendo y con ese color increíble que tienen los árboles en otoño. Era de foto.
Día de la carrera: después de dormir unas 6 horas, levantada a las 04.00 de la mañana para desayunar un plato de spaghettis. Autobús desde Central Park hasta el Puente de Verrazano en Staten Island donde llegamos al amanecer. Muchas medidas de seguridad y un frío insoportable (acabamos refugiados en una furgoneta de UPS..). Quizá este fuera el peor momento del día. Llegamos allí a las 06.00 y hasta las 10.30 no era mi salida. Son 4 horas y media de espera con un frío de otro planeta. Allí tienes puestos donde te ofrecen bebidas, bagels, barritas energéticas, frutas.
Y sobre todo, miles de letrinas siempre ocupadas.
A las 10.00 nos metimos en nuestra corrala, fuera toda la ropa de abrigo (se dona a la caridad) y caminando con tus 20.000 compañeros de salida. Este año hubo 70.000 corredores.
Himno de los EEUU cantado en directo y a las 10.30 tiro al aire!! Con la adrenalina por las nubes, comenzaba la carrera mientras sonaba “New york New York” de Frank Sinatra. Se te ponen los pelos de punta cruzando el puente, con esa canción y viendo muy a lo lejos todo el “skyline” de Manhattan que era hasta donde teníamos que correr… casi nada!
Tras el puente de 1.300 metros, entramos en Brooklyn y el ambiente fue espectacular. Mayoría de los allí residentes eran latinos y os podéis imaginar lo que me apoyaron al ver la bandera de España en mi camiseta. Miles de personas gritando mi nombre, conciertos en directo, los niños en los laterales chocándote las manos. Una sensación brutal.
Muchos fueron los que me avisaron de lo importante que era controlar la euforia en este punto porque sin darte cuenta estaba corriendo a ritmos de 4.30 el km cuando debía ir a 5.20. Aun siendo consciente de ello y bajando el ritmo cuando me percataba de ello, mi inexperiencia me hizo no ser capaz de controlarme.
Especialmente llamativo cruzar el barrio judío. Pasas del máximo bullicio a un silencio sepulcral. Para ellos el domingo es día laborable y no se oía más que a los corredores. Tanto ellos como ellas vestidos de negro, con sus tirabuzones….
Km21 y había llegado en 1.45 minutos, diez minutos antes de lo previsto. Lo acabaría pagando.
Llegada a Queens donde volvió el ruido y el ánimo y la llegada a su temido puente de más de dos kilómetros de longitud y con subida pronunciada a su entrada. Era el km25 y personalmente llegue muy fuerte. Pero fue el momento donde veías a la gente que empezaba a sufrir, algunos empezaban a andar y se oían los primeros llantos.
Después del puente por fin llegas a Manhattan por la Primera Avenida donde miles (miles de verdad) de personas están esperando la llegada de los corredores. Se te pone la piel de gallina de ver cómo ese dia la ciudad entera sale a la calle a apoyar a los deportistas. Todo un ejemplo desde luego porque en mi caso creo que sin ese apoyo no habría sido posible. De forma milagrosa en una de esas miradas hacia el público, encontré la cabeza de mi mujer sonriéndome. No sé cómo explicarlo la verdad, fue una especie de sensación de agradecimiento y felicidad tan grandes que dan ganas de llorar. Después de esa carga de energía, 4 kms cuesta arriba por la primera avenida.
Km 28: llegó el hasta ahora desconocido para mí, “hombre del mazo”. De un segundo a otro, deje de respirar bien, me temblaba la cara, y caían gotas de sudor de las yemas de los dedos. Como le estaba esperando, supe controlar bien los nervios, baje el ritmo tremendamente y traté de tener pensamientos positivos. Tengo la voz de un tío que se puso a correr a mi lado y me dijo literalmente “Charlie, hermano, llevas 30 kms de carrera, te quedan solo doce hasta la gloria. Confío en ti” Evidentemente no conocía de nada a aquel tipo pero esa frase me dio una fuerza tremenda. Seas quien seas, GRACIAS.
Hasta el km 38 donde sales al Bronx y vuelves por Harlem, fueron 10 kms de supervivencia. El cuerpo no me respondía y mi cabeza era un drama. Iba literalmente arrastrado. Es el momento donde pensé en abandonar pero también en todo lo que has sufrido para llegar hasta allí y que pase lo que pase tienes que seguir.
Vuelta a Manhattan y subida de tres kilómetros por la Quinta Avenida: Km35 y sin duda el tramo más exigente de la carrera. Un infierno. Pero también mucha presencia de españoles apoyando que te hacían seguir. En el 38 entrada en Central Park y empezaba lo llano y cuesta abajo. Lo peor había pasado. Mire el reloj y sino aceleraba mucho no bajaría de las 4 horas que era mi objetivo para esta maratón. Así que sacando fuerzas de no sé dónde (y de los benditos geles), aceleré para volver a ponerme en ritmos de 5.50 el km. Crucé el famoso Hotel Plaza y estaba a 1 km de la meta. Estaba tan cerca que no me lo creía… Y ya en la última recta un sprint y por fin… FINISHER!!! 3 H 57 minutos!!! El objetivo estaba conseguido. Tal y como me avisaron, una de las mejores experiencias de mi vida y en un escenario tan impresionante como los cinco barrios de Nueva York. El año que viene, allí estaré de vuelta.
Charlie Saiz
Qué emocionante Charlie! Enhorabuena!! Espero algún día llegar hasta ahí! Nada es imposible!! 🙂
¡ERES EL MÁS CRACK DEL MUNDO MUNDIAL! NY loves Charlie
Increible Charlie!!! eres lo mas!!!
Eres un máquina!!
Enhorabuena!!!
Bien hijo ¡¡¡ , cuando te seguía los tiempos por la página oficial,pensé que no llegabas con ese ritmo (como ratificas en tu artículo – experiencia ). Luego vi que levantaste el acelerador y mi inquietud fue sí no bajabas de las 4 horas que te habías propuesto como meta . Un poco locura ¡¡¡¡.
Si para ti ha sido una experiencia única, y no lo dudo, te puedes imaginar que el seguimiento de los tiempos por internet también » me canso» ,sólo de nervios,no físico.
Ya sabes. Si te propones algo,con esfuerzo lo sacas adelante. Tu ya lo has demostrado varias veces y no sólo en el deporte.
Me gustaría acompañarte el año que viene,pero con 64 recién cumplidos va a ser difícil ( lo máximo que he aguantado en la cinta del gimnasio ha sido 25 minutos a 11 de velocidad….y encima 50 años fumando. Enhorabuena otra vez y que para la próxima te prepares con más tiempo ¡¡¡ un beso enorme