El pasado sábado, en la localidad alcarreña de Yebes-Valdeluz, puse fin a mi temporada. No entraba en mis planes competir allí ese día, pero después de que el año pasado tanto mi socio Antonio “Chiqui” como yo decidiéramos no hacerlo debido a las circunstancias meteorológicas que hubo, este año me sentía obligado a responder con la gente de Velociraptor. Nuestros socios, compañeros, colaboradores y amigos de Guadalajara que un año más se han volcado en organizar una prueba a la altura de lo que el deportista se merece.
Paloma, Dani, resto del Staff técnico, voluntarios, ayuntamiento, etc,… antes de comenzar con la crónica os felicito y os doy las gracias en mi nombre y en el de Personal Running, dejando claro bajo mi punto de vista que la competición es lo que hace grande al deportista, es lo que le hace sentir vivo, libre, la máxima expresión de la superación, el sacrificio y el resultado del trabajo realizado. En mi opinión, la competición saca lo mejor de cada uno y a su vez es el mejor maestro por todo lo que te enseña. Sin gente como vosotros volcada y empeñada en ponerla a nuestro alcance bajo las mejores condiciones, todo sería mucho más difícil.
En lo que a la carrera se refiere, un gran nivel en línea de salida en esta segunda edición hacía presagiar que cuanto menos sería una competición igualada y emocionante, donde las diferencias se establecerían seguramente en pequeños detalles. Pequeños detalles que tal vez no te dan las series ni el entrenamiento, pero sí la experiencia y haber corrido carreras de gran nivel durante años en las que aprendes a leer, tomar decisiones, anticiparte y saber sufrir en momentos clave o saber guardar en otros.
Sinceramente, creo que eso fue lo que pasó. Seguramente el sábado las fuerzas estaban muy igualadas entre los favoritos. Prueba de ello fue el grupo de 7 duatletas que llegamos a la vez a la T1. En este momento, fue donde la carrera se rompió y se decantó a favor de Pakillo y mía. Apenas 10-15 segundos bastaron para que una carrera se pusiera a favor de dos corredores y que otros cuantos se quedaran sin opciones de victoria. Una rápida transición, un giro a la derecha, repecho con viento en contra, pulso por las nubes, patas hinchadas después del 5k, saber sufrir y aguantar el dolor y… la diferencia se acabó convirtiendo en 1’30” en la T2.
Llegados a este punto, no quiero atribuirme para nada el mérito de haber abierto semejante hueco entre nosotros y el grupo perseguidor, puesto que la bicicleta de mi compañero de fuga ese día VOLABA sobre el asfalto. Su rueda trasera se convirtió en mi fijación, en mi lucha por no despegarme de ella como buenamente podía. Dos relevos pude darle, simplemente para que él cogiera un poco de aire y bebiera agua. Circuito con un alto componente técnico con un fuerte viento que hacía muy duros algunos tramos. Pakillo demostró de qué pasta está hecho, el estado de forma y el trabajo que lleva encima de cara al Europeo de media distancia y no miró para atrás. Sólo bajaba y bajaba piñones a la salida de las curvas cuando a mí las piernas sólo me pedían subirlos.
En la segunda y decisiva carrera a pie las fuerzas nos colocaron a la par a falta de 500m. Codo con codo. Ahí los dos fuimos conscientes de lo que habíamos abierto al resto y de lo que estábamos haciendo sobre las calles de Yebes. Después de tantos años compitiendo juntos y tanto tiempo sin coincidir en una carrera, después de tantas experiencias y alguna que otra hazaña, decidimos que ese día nos merecíamos ganar los dos.
De haber disputado el sprint, no sabemos quien de los dos hubiera ganado. Posiblemente yo. Posiblemente él. Desde luego, después de haber estado chupando rueda 20km yo no iba a esprintar a un amigo a 200m de meta. No es mi estilo, y de haberlo hecho, hubiera actuado en contra de los valores que este mismo deporte me ha enseñado a lo largo de los años y de los principios que tratamos de inculcar día a día a nuestros deportistas en Personal Running.
Creo que por encima de un nombre en los titulares, más en la línea de la humildad, ilusión, entrega y buen hacer que la organización se dejó en el servicio al deportista, ese día se merecía que lo que triunfara fuera la deportividad, el compañerismo, la generosidad y el respeto.
Sin más, creo que en estas líneas he intentado dejar plasmado lo que pasó el sábado bajo mi punto de vista y cómo yo viví la carrera desde el bocinazo de salida hasta que crucé la meta.
Por último aprovecho para felicitar a todos los competidores que el sábado dieron lo que tuvieron y fueron felices haciéndolo, pues no hay mayor felicidad que sentirse orgulloso de lo que uno hace cuando entrega todo lo que tiene.
Un abrazo a todos y hasta el año que viene!!
Dani Rodríguez