Hacer un Medio Ironman es, para muchos, una machada. Para otros no, es más, es algo tan normal que ni siquiera merece ser contado. Pero para mi, que soy el que escribe, haber terminado es la leche, ha significado y significará mucho.
Maca, mi mujer, es arquitecto, y las oportunidades laborales para los arquitectos en España hoy en día son escasas, por lo que se ha tenido que ir a vivir temporalmente a Panamá. Qué mejor manera de buscarnos un reto conjunto que haciendo un Ironman 70.3, nada más y nada menos que en Panamá!!!. La oportunidad nos estaba esperando.
Allá por el mes de septiembre del 2013 contacté con Dani, de Personal Running, porque sabía que si quería terminar necesitaba ser tutelado, y es la mejor decisión que he tomado. Sin su ayuda, no habría sido capaz de hacer la prueba y, mucho menos, por debajo de 6h. Meses después me reconoció que si no llega a ser por el componente emocional que tenía la prueba para Maca y para mi, no me habría dejado hacerlo tan pronto. No nos engañemos, no llevo tanto tiempo en esto como para hacer con garantías una prueba de este calibre.
Cuando en Noviembre los entrenamientos iban según lo previsto, nos reunimos cuatro amigos y tomamos la decisión: “Nos vamos a Panamá? SI, nos vamos!.
El jueves antes de la prueba aterrizamos en Ciudad de Panamá y lo primero que notamos fue el “ambiente Ironman”: toda la ciudad llena de carteles, un montón de maletas con bicicletas en el aeropuerto, gente entrenando por en medio de la ciudad…., en fin, increíble!. Nos fuimos a casa y empezamos a preparar el equipo, montamos las bicis que llegaron sin problemas, ni ningún golpe.
Después de un par de días entrenando suave, descansando y comiendo pasta, llega la mañana de la carrera. Que p…os nervios!!!! Son las 4:00 de la mañana y me levanto de la cama sin pensármelo. La bici ya está en la transición y solamente tengo que llevar lo que he preparado anoche, así que no hay sorpresas. Desayunamos fuerte y nos vamos hacia Amador, de donde partía la prueba. Amador es la zona de entrada al Canal de Panamá por el lado del Pacífico. Situada al sur de la ciudad, tiene tres islas muy bonitas unidas por una pequeña carretera, desde donde se divisa la ciudad, la entrada al canal y una gran cantidad de cargueros que esperan para cruzar al otro océano. Son las 5:00am y la verdad, ahora no hay ni cargueros ni bonitas vistas en mi mente; es de noche, y solamente hay nervios, tensión y ganas de salir a correr. Nada más aparcar vemos muchos voluntarios marcando dorsales en los corredores mientras escucho por megafonía la una voz de un americano diciendo que la temperatura del agua ha bajado y que está permitido el neopreno. Neopreno, corriente a favor y agua salada: “umm, voy a flotar mejor, por lo menos no me voy a ahogar, primera preocupación fuera de la cabeza”.
Van saltando al agua los primeros triatletas, y mientras los de mi tanda, la número 9, esperamos nuestro turno en el muelle con el imponente puente del Centenario a nuestra espalda, mantengo una conversación llena de nervios con David y con Milton.
Me tiro al agua, 3,2,1.. go! Nos toca empezar a nadar. Se nota mucho la corriente a favor, veo que voy bien y pienso que no me debo flipar. “La natación es un trámite, no te agobies, no aprietes, despacito, sigue el plan”. Veo las boyas pasar muy deprisa y cuando miro hacia atrás veo que no soy el último, “no voy tan mal!!!”. Se me pasa volando, parece que me acabo de tirar al agua y ya estoy viendo la salida. Lucho por no hacer más metros de la cuenta y tratar de nadar recto, y antes de lo esperado, ya estoy subiendo las escaleras en 27 minutos. “Bien!” Y empiezo a caminar hacia la transición que está muy lejos. En cuanto llego a mi bici y me empiezo a poner los calcetines, calas, casco, escucho detrás de la valla: “Ey! brother, ¿como vas?” mi hermano se había colado y me estaba mirando. Fue una situación muy rara, yo no me lo esperaba y me dije: “que hace este tío ahí!”
Me subo a la bici. Cuatro vueltas de 23 km a un circuito sencillo, rápido, con mucho público y que recorría la ciudad entera. Pasé menos calor del esperado, iba muy cómodo acoplado, y disfruté como nunca he disfrutado en una bici. Al principio tuve que controlarme, porque me sentía fuerte y veía que pasaba a unas bicis impresionantes, de esas que habíamos admirado en la transición. Pero sabía que si iba a tope, no podría con los 90km. En las vueltas 2 y 3 apreté los dientes y fui un poco más deprisa. Traté de seguir todo el rato el plan marcado por Dani. Parece fácil pensar con claridad en esos momentos, pero no lo es, por lo que me dediqué a recordar todo lo que Dani me había dicho. Todo fue muy bien hasta la cuarta vuelta, donde el viento y el cansancio hicieron que se me hiciera un pelín más largo de lo deseado, pero para un amateur como yo, no se le puede pedir más. El circuito tuvo de todo; el apoyo de todos nuestros amigos en diferentes puntos del circuito gritando y con banderas de España, me dobló Don Javier Gomez-Noya al grito de “cuidado izquierda!!”, (no todo el mundo puede decir lo mismo ), hice 30km/h de media con un total de 3h y fui saludando con todos los que conocía siempre con una sonrisa, estaba feliz!. Me bajo de la bici sintiéndome muy bien y con muchas ganas de ponerme a correr. En la transición me encuentro con mi primo Alex que está en el suelo estirando y salimos juntos.
Empezamos a correr, me veo bien, me pongo a un ritmo de 5:30 y empiezo a tirar, con la esperanza de igual intentar ir luego un poco más deprisa. Mi primo se queda un poco atrás lastrado por el calor y de repente me noto algo cansado y sin ser capaz de ver el punto de retorno en el circuito. En ese momento, confuso, decido mirar el reloj para ver exactamente donde estoy, no se si llevo 5, 6 o 7 km, y de repente veo 1,6 Km!!!!, no puede ser…., y aparece el cartel de haber hecho solamente una milla. Efectivamente estoy jodido, iba muy bien pero no voy a tener fuerzas para acabar, noto que se acaba todo, va a ser imposible terminar y bajo el ritmo radicalmente hasta que no se ni por qué, pero me pongo a andar. Me paro en el avituallamiento, coca cola, agua, sales, me duchan con una manguera como quién lava un coche y solamente pienso en llegar al KM7 para tomarme el primer gel que me toca según el plan. Ahora empieza lo duro, me pongo a razonar y me doy cuenta que hasta ahora, todo era demasiado bonito para llamarse Ironman. Por eso, decido ponerme metas parciales. Primero el 7, 10, 15, y a partir de ahí, km a km; 16, 17, etc. A partir del 10 parece que empiezo a correr mejor. Es un espejismo que me dura poco, solamente un par de km. Los recuerdos que tengo de la carrera están todos en nebulosa, como un sueño, como si el que fuera corriendo no fuera yo y lo viera desde fuera. Es una lucha por seguir sin saber bien donde, por intentar pensar cosas bonitas, y entonces, tan despacio y tan deprisa, estoy en el 17 y me doy cuenta de que lo voy a lograr, que por fin lo hemos conseguido. No paro de pensar en Maca, no la veo por el circuito y solamente espero que esté en la línea de meta. Veo la ciudad al fondo y se me saltan las lágrimas pensando el año que hemos pasado, los entrenamientos lloviendo, de noche, el futuro, etc. Pero decido olvidarme de historias y seguir corriendo, todavía no lo he conseguido. Simplemente me digo, “corre macho, dale duro y disfruta todo esto porque tienes mucha suerte. Tenemos mucha suerte”. Y llega la parte final, llena de gente, donde todo el mundo te anima, y veo el cartel con dos caminos; giro a la segunda vuelta o a la finish line y digo, “ahí está la meta, vamos!”. Recta enorme desde donde puedo escuchar al speaker nombrando a los que van entrando. Miro el reloj y veo que voy a hacer más o menos 2:18 corriendo. No es el mejor tiempo pero en ese momento da igual porque veo a mi hermano, que ha venido desde México, a 200m de meta y me da una bandera de España, me la pongo en la espalda mientras escucho mi nombre y, flotando, solamente me dedico a disfrutar, en ese momento no se puede hacer nada más que disfrutar…
Desde Septiembre de 2013 han sido más o menos 1.300 largos en la piscina de 50, más de 1.200 km en bici, casi 100 sesiones de carrera e incontables horas de Facetime con Maca, pero ahora aquí estoy, siendo finisher del medio Ironman de Panamá. Y si, Maca y mi hermano estaban esperando en la meta. Nos abrazamos y lloramos juntos. Nos marcamos la prueba como un objetivo conjunto y lo hemos cumplido.
Los cuatro amigos que hicimos la carrera tenemos mucho que agradecer a los supporters que estuvieron con nosotros, a Rocío, Cris, Isa, Borja, Borjita, Luis, Fabiola, Pablo, Maca y Jaime que se desgañitaron allí, a los hielos en mi espalda de Rodri en el km 16 y también a todos los familiares y amigos que desde España se acordaron de nosotros y seguían los tiempos en internet, a los compañeros de entrenamiento con los que nos flipamos hablando de triatlón, a nuestros padres por estar siempre diciendo que estamos locos y como no, a Almu, Camilete y Alfonso que velan siempre por nosotros.
Siempre he oído que las medallas se consiguen en los entrenamientos y en las carreras solamente se pasa a recogerlas, y creo que es verdad. Si algo he aprendido con esto, es que con constancia, trabajo y ganas, se pueden se pueden conseguir cosas que parecían imposibles.
Eso si, si no sufres, no valoras la recompensa. No me refiero al sufrimiento de la carrera, sino al sufrimiento de tantos días de invierno que he entrenado con frio, con lluvia, con pereza y con la soledad como único compañero. Al fin y al cabo, todo ese esfuerzo se dejó ver en esas 5h 57 minutos del día 16 de Febrero de 2014 en Panamá.
Muchas gracias,
Alfonso
Espectacular descripción de lo que has vivido!.
Enhorabuena eres todo un luchador!
Todo un ejemplo para cualquier persona, quizás la alegría de haber conseguido lo que nos vamos proponiendo es lo que nos mueve en esta vida. Fenómeno!