El cáncer es una patología que afecta a miles de personas de todo el mundo. Se calcula que un 20% de la población padece cáncer a lo largo de su vida y es la segunda causa de muerte a nivel global. Se ha estimado que el porcentaje de personas con cáncer irá aumentando a lo largo de los años hasta llegar a afectar al 40% de la población mundial según la OMS.
En España se estima que el año pasado (2021) se diagnosticaron 276.239 casos de cáncer.
Algunos de los diagnósticos más comunes son: el cáncer de mama, de pulmón, de próstata o de riñón entre otros muchos.
Se ha demostrado que el tabaco, una mala alimentación , el aire contaminado, el exceso de peso y los niveles bajos de actividad física están directamente relacionados con esta enfermedad y son factores de riesgo a tener en cuenta.
Aquí os vamos a hablar de aquello que está en manos de nuestros entrenadores: la actividad física. Parece que la población va tomando conciencia de todo esto y haciendo pequeños cambios en su vida añadiendo ejercicio en su rutina, pero… ¿Qué pasa si ya te han diagnosticado cáncer? ¿Sigues haciendo deporte? Pero…. ¿no será peligroso? ¿Me haré daño? ¿No estaré aún más cansado?
Todas estas y otras muchas preguntas se contestan de manera sencilla gracias a toda la evidencia científica que poseemos hoy en día.
¿cuáles son los beneficios?
Se ha demostrado que la actividad física tiene diversos beneficios para los pacientes de cáncer y para los supervivientes del mismo, entre los que se encuentran:
- Disminución de la ansiedad y depresión.
- Fortalece el sistema inmunitario.
- Reduce los efectos secundarios del tratamiento.
- Mejora la fuerza muscular así como el rango de movimiento y la densidad mineral ósea.
- Nos ayuda a mantener un peso saludable.
- Reduce la fatiga.
- Evita la reaparición de algunos tipos de cáncer.
Algunos estudios demuestran que tras el diagnóstico de cáncer de mama, de próstata o colon, el ejercicio físico se asocia con una mayor supervivencia; o que con tan solo 30 minutos de actividad física tres veces por semana era suficiente para mejorar el sueño, la depresión , la calidad de vida y por supuesto el funcionamiento físico.
Con todo lo anterior, os lo dejamos claro: el ejercicio físico es algo indispensable en nuestra vida e incluso en estas patologías, ya que debería ser una parte fundamental del tratamiento.
recomendaciones generales
Las recomendaciones generales de actividades física dictadas por el ACSM, para personas adultas con cáncer, son las siguientes:
- La intensidad debe ser progresiva, buscando aumentar poco a poco para una mejor adaptación de nuestro cuerpo al entrenamiento.
- En cuanto a la duración, se recomiendan entre 150-300 minutos semanales de actividad moderada o de 75 a 150 minutos de actividad vigorosa, distribuidos en diversas sesiones semanales de un mínimo de 10 minutos.
- En cuanto al tipo de entrenamiento, se recomienda un mínimo de 2 días de ejercicios de resistencia muscular y 2 días de fuerza.
Por otro lado, tenemos que tener en cuenta que toda actividad física que realicemos tiene que estar monitorizada por un profesional y apoyada por el médico correspondiente, de manera que se eviten los movimientos o ejercicios que puedan estar contraindicados para el paciente según sus condiciones y patología.
Resumiendo, la actividad física debe estar presente en la vida de todas las personas sanas, para reducir en mayor medida los factores de riesgo del cáncer. Y debe estar presente más aún en los pacientes, ya que se ha demostrado ampliamente que influye de manera positiva en muchos aspectos de la enfermedad, del tratamiento y de la recuperación.