La figura del entrenador personal se ha profesionalizado. Ahora contribuye a que su alumno mejore su salud cardiovascular, pierda peso, prevenga enfermedades, esté más animado, deje de fumar, se alimente mejor y, en definitiva, vaya elevando progresivamente su bienestar y su calidad de vida. El concepto de lo que implica hacer deporte ha sufrido una transformación radical. Si bien hay quien todavía asocia el ejercicio físico al sacrificio, al agotamiento, a las agujetas y a las palizas en el gimnasio, lo cierto es que en los últimos años los usuarios -atenazados por los largos horarios de trabajo, las tareas del hogar, el cuidado de los hijos y otros compromisos- han comenzado a demandar nuevas maneras de mantenerse en forma y de cuidar su salud sin que ello les suponga una pesada carga o una imposición difícil de cumplir. De hecho, la configuración del gimnasio o polideportivo convencional también ha cambiado. La mayoría de estos centros ha incorporado actividades reposadas, aptas para grupos de edad cada vez más amplios, para gente que no ha hecho deporte nunca, ejercicios encaminados a conseguir la relajación del cuerpo y de la mente; así como servicios que se encuentran en sintonía con la dietética, la fisioterapia y la rehabilitación.
Cada vez hay más gente que se da cuenta de que esto no es sólo para la elite, una curiosa iniciativa que surgió por la necesidad de ofrecer servicios cada vez más personalizados, que son los que los clientes están demandando. Así, se intenta que el individuo haga ejercicio a la carta y allá donde se encuentre. En un parque cercano al trabajo o a casa, en el propio hogar, en la oficina o donde sea y en el horario que más le convenga.
LOS PERFILES
Quizá porque la persona que toma conciencia de que necesita hacer ejercicio es ahora más exigente, la figura del entrenador personal ha experimentado también una clara evolución. Si bien antes se asociaba a la imagen de un hombre musculado pendiente únicamente de ‘machacar’ al alumno con interminables rutinas de ejercicios, actualmente este profesional tiene conocimientos de dietética, fisioterapia y salud que le ayudan a ofrecer una atención más integral. De esta manera, no es extraño que un entrenador personal se ponga en contacto telefónico con su alumno para recordarle tareas que éste tiene que llevar a cabo mientras está de viaje o fuera del horario de entrenamiento; o que le instruya acerca de cuáles son los alimentos más adecuados para ingerir antes o después de las sesiones, así como en su vida cotidiana. Por otra parte, no somos fisioterapeutas, ni tampoco médicos, pero contribuimos a que los clientes no se lesionen, a que no se agraven viejas dolencias; o a que, por ejemplo, reduzcan su nivel de colesterol. De hecho, en numerosas ocasiones, los profesionales sanitarios trabajan en colaboración con los del deporte para optimizar los resultados que quieren alcanzar con el paciente. También les vamos animando a que dejen el tabaco, si es que fuman, a que reduzcan su consumo de alcohol, a que mejoren sus patrones de sueño o a que, incluso, cuando hacen excesos, lo hagan con un poco más de conciencia. Nos encontramos con polos opuestos a diario. Tenemos gente desde veintitantos años hasta usuarios de casi 80. Hay gente con objetivos muy claros y muy poco tiempo libre que necesita rentabilizar las sesiones al máximo y otros que fundamentalmente necesitan asesoramiento sobre cómo entrenarse.
El beneficio principal de tener un entrenador personal es precisamente ése: que es personal. De ahí se derivan todas las demás ventajas que tiene esta modalidad en relación a practicar otros deportes o a acudir a un gimnasio.
Por un lado, el aprovechamiento que se obtiene de una clase individual es siempre mayor que el que se logra en una clase colectiva. Así, el alumno nota los efectos mucho antes que con otras modalidades y alcanza los objetivos que se ha propuesto en un plazo menor. Esto, además, contribuye a sacar la máxima rentabilidad, tanto del tiempo como del dinero que se invierte.
La flexibilidad es otra de las características del entrenamiento personal y, a la vez, uno de los principales motivos de que su demanda vaya en aumento. Siempre se trata de encajar los horarios y los lugares de entrenamiento, de recuperar las sesiones y de hacer que el cliente entrene. Esto, además, favorece la constancia, el factor clave para que cualquier programa de acondicionamiento físico tenga éxito.
Ambas circunstancias van muy ligadas a otra de las ventajas de contar con un entrenador personal y que es la que los profesionales del sector enfatizan: la motivación. Cuando a cada persona le ofreces una explicación de por qué y para qué hace cada ejercicio, le haces tomar conciencia de su propio cuerpo y sabe la finalidad de cada movimiento, recibe un estímulo muy positivo que le impulsa a continuar.
El echo de verse bien en poco tiempo, sobre todo para personas que están desencantadas por haber probado de todo, y la labor de refuerzo que hacemos cuando vemos que el usuario está desganado o trata de buscar un pretexto para no entrenar también contribuye a lograr el éxito.
Otro aspecto esencial que los especialistas destacan es que con los entrenamientos personales el riesgo de lesión es prácticamente nulo; algo que no sucede en las clases convencionales y, sobre todo, en los entrenamientos por cuenta propia.
Es muy común encontrarnos con gente reacia a hacer deporte por miedo a lesionarse [sobre todo los que no tienen buena forma física] o a resentirse de ‘viejos’ problemas.
Sin embargo, estos ‘vicios’ no suelen darse si se recurre a un entrenador personal ya que, antes de hacerse cargo de cualquier cliente, el profesional lleva a cabo una exhaustiva entrevista.
El objetivo de este ‘interrogatorio’ es encajar horarios y conocer los objetivos que se pretenden alcanzar. Estableciendo metas realistas, alcanzables a corto plazo, para progresar paulatinamente y sin abandonos. Además, se planifican las primeras sesiones y, sobre todo, se recaban datos acerca del estado de forma actual del usuario, sus preferencias en lo referente a la práctica deportiva y posibles problemas que determinen la conveniencia o no de llevar a cabo ciertos movimientos o deportes.
La sociedad va evolucionando, los profesionales que nos dedicamos a ésto ya no somos simples «profesores de gimnasia». La sociedad va culturizándose en muchos sentidos, y entre ellos en todo lo que se refiere a la actividad física. La gente va siendo consciente de que la actividad física y el deporte guidado es necesario. La actividad física sólo es salud cuando entre medias del individuo y la tarea hay un profesional que sabe decirle lo que tiene que hacer, cómo hacerlo para que no se haga daño, cómo prevenir lesiones, cómo hacerlo para salir de ellas, etc.. Nosotros ofrecemos «deporte a la carta», el tiempo de los monitores de «menú» ha terminado.
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